Este verano Almonte está recordando el 31 aniversario de una de las visitas más ilustres, la del Papa San Juan Pablo II al Santuario de Ntra. Sra. del Rocío. Un hito para la devoción rociera que dejó una huella que aún perdura. El entonces párroco, lo recordaba en su encuentro con el alcalde.
Durante la celebración del Rocío Chico, volvió a estar presente en la mente y los corazones de quienes lo vivieron. El alcalde de Almonte, Francisco Bella, y el sacerdote onubense Diego Capado, por entonces rector del Santuario, han coincidido y tuvieron la oportunidad de recordar con emoción ese encuentro con el Pontífice. “Los dos que recibimos al Papa”, le dijo D. Diego a Bella, rememorando con un abrazo aquel día caluroso de junio en el que, junto al presidente de la Hermandad Matriz, el fallecido Ángel Díaz de la Serna, tuvieron el honor de dar la bienvenida al también conocido como Papa Rociero.
Conmemorando esta efeméride, la Hermandad Matriz de Almonte se encuentra estos días en una peregrinación en Roma. Entre las actividades previstas, destaca un rosario con su simpecado, que culminará en la Plaza de España, o una misa en la capilla de la Inmaculada en la Basílica de San Pedro. Actos y cultos que reafirman el profundo vínculo espiritual que une a Almonte y los rocieros con San Juan Pablo II.
El legado del Papa Santo sigue vivo en la aldea, en lugares como el paseo marismeño, donde un busto suyo se alza como testigo mudo de aquella jornada en la que miles de rocieros se congregaron para verlo y escucharlo. En el recuerdo de todos una frase que pronunciara y ha quedado grabada: “Que todo el mundo sea rociero”.