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El SAS, condenado por una negligencia en el Infanta Elena en octubre de 2011

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El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Huelva ha condenado al Servicio Andaluz de Salud a indemnizar a una familia tras la muerte en octubre de 2011 de una de sus hijas mellizas recién nacidas en el Hospital Infanta Elena y por el tratamiento inadecuado hacia la otra que finalmente sobrevivió.

Según reza en la sentencia, el juez concluye que «la asistencia sanitaria y tratamiento prestado a la menor fallecida fue contrario al criterio de la ‘lex artis’ como delimitador de la normalidad de la asistencia sanitaria prestada por los profesionales del servicio público de salud y, en consecuencia, al darse esa antijuridicidad y existencia de nexo causal entre la actuación de la Administración sanitaria y los daños provocados».

En concreto, el SAS tendrá que indemnizar a esta familia con 76.690 euros al considerarse una víctima sin cónyuge ni hijos, con ascendientes pero sin convivencia con la víctima por los daños y perjuicios sufridos por dicho suceso.

La sentencia, que aún no es firme, le ha sido notificada en esta misma semana a la familia, la cual espera que el SAS no recurra y el fallo sea firme cuanto antes, según ha informado el letrado de la familia, Sergio Pino.

En sus conclusiones finales, esta parte expuso durante el juicio oral que «nunca hubo un control de la evolución posterior de las recién nacidas y esta ausencia de control es la que motivó que no se detectaran los síntomas de la enfermedad de membrana hialina (EMH), que es lo que mantiene el forense como causa de la muerte, que fueron repetidas veces denunciados, de manera infructuosa, por los familiares a las enfermeras del turno de noche, los quejidos de las niñas, sus extremidades azuladas y el llanto continuo, además de la falta de temperatura».

En la denuncia, los padres detallaron que las niñas nacieron, vía cesárea programada, en octubre de 2011, estando las dos niñas «perfectamente y sin necesitar incubadora» y que cuando las vieron no detectaron «nada extraño» pero se las llevaron al nido al tener «el azúcar y la temperatura un poco baja».

De hecho, una vez en la habitación, sobre las 20,00 horas, llegaron cada una en una cuna, una con un foco y la otra con una bolsa de agua caliente porque, según les explicaron, «no tenían más focos disponibles». Además, según reza en la denuncia, «por un defecto en la bolsa, ésta se abrió y se mojó la niña que luego fallecería», una circunstancia de la que se dio cuenta la abuela cuando fue a cogerla para intentar darle el biberón.

La cambiaron, le dio el biberón y avisaron a la enfermera de lo sucedido, momento en el que las pusieron juntas en la misma cuna para aprovechar el mismo foco. En ese rato, aseguran en la denuncia que «la enfermera, que había acompañado al padre al nido, pasó por allí y, estando la niña, que posteriormente fallecería, sobre la madre cuando la habían cambiado de ropa, dijo que le había oído un quejido raro y que no le había gustado», momento en el que «la cogió en brazos, la observó y, finalmente, dijo que no era nada, que estaba normal».

LOS PIES Y MANOS AZULADAS
Una media hora más tarde, le fue quitado el foco al considerar que «ya estaba bien» pero los familiares empezaron a notar que las niñas tenían los pies y las manos azuladas, sin embargo las enfermeras, «sin acercarse a verlas, les dijeron que era normal porque habían cogido frío».

A su vez, durante la madrugada, la abuela avisó al personal médico al menos tres veces y «fue ignorada» hasta las 7,00 horas cuando una enfermera colocó a las niñas cerca de la ventana para que les diera el sol. En ese momento les dieron el biberón y se llevaron a la que posteriormente moriría para bañarla, dejando a la otra en la habitación hasta que terminara de comer, pero de pronto «llegó una enfermera muy acelerada y se la llevó inmediatamente».

Al rato llegó a la habitación un pediatra que les informó de que la niña, la que fallecería al poco tiempo, «estaba muy mal, que había entrado en parada y que la había bajado a reanimación, que sería muy difícil sacarla adelante y que, de sobrevivir, quedaría como un vegetal», de hecho falleció a los pocos minutos, siendo la causa de la muerte según su informe la muerte súbdita, así como que la otra «también estaba muy mal, aunque no tan grave como su hermana» y que se la llevarían a la UCI de neonatos del hospital Juan Ramón Jiménez porque en el Infanta Elena no había.

Por su parte, la niña que sobrevivió comenzó a progresar muy rápidamente según uno de los pediatras, momento el que comenzaron «las contradicciones» entre los médicos sobre el estado de salud de la pequeña, ya que una pediatra, perteneciente al equipo de trabajo de quien era el jefe de pediatría en aquellas fechas en el Hospital Infanta Elena, decía que «su problemita» seguía ahí y que al morir su hermana de muerte súbita «habría que tener cuidado», y el otro que estaba «perfectamente, que no existía problema de corazón alguno, que era una niña sana y que por él le habría dado el alta a los dos días», negándole un traslado a Sevilla.

INFORME DEL FORENSE
El informe del forense señala que la niña falleció «como consecuencia de insuficiencia respiratoria asociada a enfermedad de membrana hialina que, como consecuencia de la deficiente y tardía asistencia, le provocó la muerte el día 13 de octubre», haciendo alusión al mismo padecimiento por parte de su hermana, que tuvo los mimos síntomas que la fallecida si bien corrió mejor suerte ‘in extremis’ dado que se le aplicó el tratamiento correcto y sobrevivió.

A su vez, esta parte asegura que en ninguno de los informes contenidos en el expediente administrativo de los médicos que la trataron «se desacredita esta circunstancia de que la causa de la muerte fue provocada por la citada enfermedad», sin embargo lamentan que durante el juicio el jefe de Pediatría del Hospital Infanta Elena cuando sucedieron los hechos, teniendo conocimiento del informe del forense, eludiera «en todo momento hacer referencia a la misma intentando justificar que el diagnóstico que dieron de muerte súbita era adecuado».

Por último, para la acusación la aparición casual a última hora de la hoja de control de seguimiento de la víctima, en la que se observa la ausencia de control durante la noche, «denota las malas artes con las que se ha desenvuelto el SAS a lo largo de la vía administrativa y jurisdiccional y acredita la absoluta falta de atención a las recién nacidas».

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