El parque nacional de Doñana celebra su 50 aniversario. En 1969 era declarado por decreto parque nacional, una figura de protección especial destinada a conservar este humedal único.
Pero la historia de Doñana es muy anterior. Ya en el siglo XIII Alfonso X El Sabio convierte este rincón junto a la desembocadura del Guadalquivir en su cazadero real. Luego, la familia Medina Sidonia se encargaría de esta finca única durante seis siglos.
Sería precisamente la esposa del VII duque de Medina Sidonia la que daría nombre a este enclave. Doña Ana de Silva y Mendoza se mudaría a su casa de recreo, posteriormente palacio, poniendo su nombre al servicio de la historia.
Tendríamos que esperar a mediados del siglo XX, en 1952, para que dos naturalistas empezaran a luchar por poner en valor este patrimonio único del que disfrutamos en el Condado de Huelva. José Antonio Valverde y Francisco Bernis visitaron la finca por invitación del Marqués de Bonanza, para anillar aves. Lo que vieron, les dejó enamorados.
Gracias a su trabajo, poco a poco creció el interés científico por Doñana y por la conservación de la zona, llegando a parar el proyecto de explotación de arrozales y de eucaliptos que quería poner en marcha la dictadura franquista. Valverde, Bernis y el marqués tendrían que esperar a 1969 para que un decreto diera el espaldarazo definitivo al nivel de protección que el parque necesitaba para permancer y perdurar en el tiempo.
Poco a poco, el número de hectáreas protegidas ha ido aumentando. En 1963 con 21 millones de las antiguas pesetas recaudadas por el entonces recién creado Fondo Mundial para la Naturaleza se compran 6.794 hectáreas que serán el núcleo de Doñana: la reserva natural. Desde 2016, Doñana cuenta con 128.000 hectáreas protegidas.
Una apuesta por la conservación del medio ambiente que continúa a día de hoy, en lucha contra múltiples amenazas. Doñana ha sobrevivido varios siglos a los intentos de explotación comercial, a la caza furtiva, la sobreexplotación del acuífero e incluso a incendios terribles como el que abrasó parte del parque en 2017 y del que aún hoy vivimos las consecuencias. Pero continúa siendo uno de los ecosistemas más ricos de Europa.
Su protección, ahora, depende de todos nosotros.