PorAntonio Suárez Candilejo
José Luis García-Palacios Álvarez (Huelva, 1968), es ingeniero técnico agrícola por la Universidad de Huelva y, mientras ampliaba su curriculum académico, se ha dedicado también a poner en valor la actividad agraria a la que se siente profundamente vinculado tanto desde un punto de vista profesional como desde su legado familiar. En la actualidad, García-Palacios Álvarez es presidente de Asaja-Huelva desde 2005; de Interfresa, de la Federación Onubense de Empresarios desde 2015 y de Caja Rural del Sur desde el año 2017.
En esta entrevista analiza la situación de la agricultura, de las infraestructuras pendientes, de la atención que presta o debiera prestar el Gobierno a esta provincia y, además, aprovecha para lanzar un mensaje de esperanza.
¿De qué forma está afectando la crisis del coronavirus al campo onubense?
La crisis del coronavirus ha ocasionado la práctica parálisis de la economía no sólo española, sino también europea y de otros puntos del mundo. Por consiguiente, nuestro sector primario está resultando muy afectado, aunque en diferentes modos y grados dependiendo de lo que se produzca y a dónde se comercialice. Por ejemplo, en el caso de la fresa, comenzó la crisis teniendo problemas de mano de obra para poder sacar adelante los pedidos, sobre todo desde que se cerraron las fronteras de Marruecos y también las intercomunitarias, que impidieron la llegada de los trabajadores de estas zonas.
Hace unos días, sin embargo, comenzaban a caer los pedidos procedentes de países como Alemania o Reino Unido, dos de nuestros mercados más importantes, a raíz de la implantación allí de medidas más restrictivas. Los sectores cárnicos y lácteos también están resultando muy afectados a raíz del cierre de la hostelería y hay otros sectores, como el sector forestal, al que no prestamos habitualmente la suficiente atención y que, sin embargo, está resultando determinante en esta crisis, puesto que es el que está abasteciendo de la celulosa necesaria para fabricar productos tan importantes como papel higiénico o mascarillas.
Desde el sector agrícola se han escuchado voces de protesta por las trabas que estaría poniendo el Gobierno a los agricultores y temporeros…
El sector agrícola no ha protestado por considerar que el Gobierno, deliberadamente, estuviera poniendo trabas, sino por entender que, teniendo en cuenta que el sector primario es fundamental para el abastecimiento de alimentos a la población y, por tanto, es estratégico, no se estaba teniendo esto en cuenta. Las normas establecidas en el Decreto del Estado de Alarma impiden en cierto modo el normal funcionamiento del sector, el cierre de fronteras provoca no sólo que no lleguen los trabajadores que necesitábamos, sino también lentitud a la hora de transportar el producto, y las normas de ocupación de los vehículos no pueden estar cambiando cada 10 minutos, porque eso provoca confusión, temor y absentismo. Hubiera sido de agradecer un poco más de conocimiento del sector, de comunicación, de claridad y de flexibilidad con según qué medidas.
¿Cómo acabará la campaña de frutos rojos este año?
El sector, a pesar de lo que comentábamos anteriormente, sigue trabajando y produciendo, luchando para que la campaña sea lo más exitosa posible teniendo en cuenta las circunstancias actuales. Esperamos que el consumo se estabilice en los países a los que solemos exportar y que también nuestro propio país vaya adquiriendo mayor tradición de consumo de frutos rojos, porque sería un mercado fundamental para nuestro sector. Seamos positivos y esperemos que cuando se levante la cuarentena estemos en plena producción de arándano y frambuesa, lo cual nos ayudaría a equilibrar los balances finales.
¿Teme que la crisis económica que vendrá tras la sanitaria repercuta negativamente en obras de infraestructuras pendientes, desdoble del túnel de San Silvestre o la presa de Alcolea, por ejemplo?
Lamentablemente, a estas infraestructuras no les ha hecho falta crisis alguna para que sean retrasadas hasta el aburrimiento. Ni nadando en la abundancia han sido capaces nuestros sucesivos Gobiernos de volver sus ojos hacia nuestra provincia y atender necesidades postergadas por décadas. No puedo ser muy optimista. Sólo espero que los políticos, el Gobierno Central y la JJAA tengan en cuenta que al túnel de San Silvestre le queda poco para el colapso, eso sería nefasto para nuestra provincia, simplemente catastrófico. Entonces deberíamos plantear otro tipo de medidas y exigir otras responsabilidades, principalmente por negligencia. Sinceramente espero y deseo que eso no ocurra jamás.
Al margen del coronavirus, ¿Qué solución tiene el problema de los pozos ilegales en Lucena y entorno de Doñana?
La solución es la que ha sido siempre: dotar a la zona del agua superficial que se lleva tanto tiempo reclamando. No puede tolerarse que se den situaciones de robo de agua, pero tampoco se puede uniformar ni generalizar como si ese comportamiento fuera seña de identidad de un sector o una comarca, es absolutamente injusto y malicioso. Hubo un tiempo en el que esos pozos que ahora están catalogados como ilegales, no lo eran. En esto, como en tantas cosas, la administración y los políticos tienen la clave, fueron los conscientes causantes de la situación actual. Ahora se dedican a señalar con el dedo a muchos damnificados de sus inacciones. Tampoco debería ser tolerado un comportamiento así.
¿Defienden nuestros políticos como debieran al sector agrícola y ganadero onubenses?
En absoluto, aunque siempre hay quien se implica más. El sector agrario y forestal está sometido a innumerables amenazas y problemas ya consolidados a los que nadie, en muchos años, ha sabido o querido dar solución. Lo hemos visto en las movilizaciones que hemos protagonizado desde comienzos de año, movilizaciones que se han detenido, como es lógico, por la crisis del coronavirus, pero no porque la situación se haya resuelto. De hecho, cuando acabe esta situación tan surrealista que estamos viviendo, a esos problemas que ya teníamos habrá que añadir otros nuevos. Pero fíjate como son los profesionales del sector agrario y forestal que, en lugar de encerrarse en su difícil situación, se ponen a disposición de la sociedad con sus tractores y sus herramientas para ayudar en lo que pueden, fumigando y limpiando las calles de sus pueblos. Quizá este tipo de actitudes deba tenerse en cuenta por la sociedad, sobre todo la “urbanita”, que tanto se erige en conservar no saben bien el qué, ni saben para nada el como, pero es la que más suena.
¿Será posible el relevo generacional en el campo onubense?
Debemos luchar para que sea posible, porque como hemos dicho tantas veces estos días, si el campo se para, la ciudad no come. Dedicarse al campo es un sacrificio enorme tal y como están las cosas, y por tanto es normal que las nuevas generaciones se lo piensen mil veces antes de dar el paso. Es más, son sus propios padres y abuelos los que, tras una vida llena de penalidades, invitan a sus hijos y nietos a dedicarse a otra cosa. Es normal. Lo que tenemos que procurar es que dedicarse al campo, que es sin duda uno de los oficios más nobles que existen, sea posible, sea agradable, sea rentable y tenga viabilidad futura. Nosotros entendemos que no puede tener más que futuro, sin embargo hay quien trata de hacer política sin tener en cuenta la hora de comer, vestirse o simplemente relacionarse. En todo eso está la agricultura, no le quepa duda.
¿Cómo está viviendo en particular esta crisis que nos ha tocado sufrir?
Tratando de mantener el espíritu activo lo más posible. A pesar del supuesto confinamiento al que debemos someterlos, la actividad es intensísima. No sé que hubiera sido de nuestra forma de vida sin la tecnología de las comunicaciones que disfrutamos hoy en día. Llevamos una media de varias multiconferencias diarias, asistiendo de forma urgente a las medidas que debemos implementar en los distintos frentes en los que personalmente tengo responsabilidades. No es fácil, pero a pesar de todo, mañana amanecerá y, para quien sea creyente, la Providencia nos asistirá, pero nos encontrará peleando.
Díganos un mensaje de esperanza después de tantas noticias desalentadoras como estamos leyendo y escuchando últimamente…
Pienso que no es fácil en estos momentos insuflar ánimos, pero sinceramente creo que debemos sentirnos afortunados y privilegiados. Y precisamente por esto no podemos ni debemos más que resistir y mostrar resiliencia, debemos demostrar que somos un pueblo, España, de difícil derrota y tenemos que convencernos que, a pesar de las heridas que nos deje esta batalla, saldremos más experimentados, con un nuevo modelo de vida, con más valores, más solidarios y con el orgullo de haber vencido y aguantado hasta el final.