La población de África está dando un ejemplo de resiliencia ante la crisis desencadenada por la pandemia del Covid-19. Las condiciones de extrema pobreza en las que viven se ven más agravadas ante la situación que se está viviendo en todo el mundo y, pese a ello, las comunidades y familias de estos países están haciendo frente a la pandemia con una gran capacidad de adaptación, que guarda relación con las necesidades habituales con las que conviven.
Es el caso del proyecto de Cooperación Internacional en Boassa (Burkina Faso), que hace solo dos meses inauguraba las nuevas instalaciones del colegio donde estudian más de 120 niños y niñas: se han construido tres nuevas aulas dotadas de mobiliario y un comedor, así como un depósito de agua y letrinas. Una realidad que ha sido posible gracias al apoyo de la Diputación Provincial de Huelva, la solidaridad del pueblo de Cumbres Mayores y la colaboración de Manos Unidas.
Pero la llegada de la pandemia por covid-19 hizo que el Gobierno de Burkina suspendiera tanto las clases de los escolares como la formación de las madres en el centro, ante el obligado confinamiento en sus casas durante estos últimos meses.
El proyecto, como la población africana y mundial en su conjunto, ha tenido que afrontar las nuevas circunstancias, adoptando medidas de seguridad que eviten el riesgo de contagio. Entre ellas destaca la elaboración y reparto de mascarillas realizadas por las monitoras de costura del centro de Boassa y el diseño artesanal de un lavabo mediante dos cubos con pedales para no tocar las asas (uno para jabón y otro para el agua), en una zona con gran escasez de agua corriente, a fin de garantizar la higiene de las manos, una de las normas básicas ante la pandemia.
Una de las cuestiones más preocupaba era que la suspensión de las clases por el gobierno implicaba que los más de 120 niños y niñas que tenían garantizada su comida al día dejaban de tenerla. El centro ha decidido, con las medidas de seguridad descritas (mascarillas para los niños y niñas) e higiene (cubos con pedales para poder lavarse las manos) reanudar y garantizar la alimentación de los escolares aunque no haya clases.
Asimismo se ha acordado mantener el sueldo del personal del centro para no agravar más la situación económica de familias que viven al día. Está previsto que partir de junio se autorice la vuelta al centro de formación a las mujeres del proyecto, lo que permitirá poner en marcha de nuevo estos talleres y acceder a los microcréditos para pequeños negocios, tan necesarios dada la situación.
En Burkina Faso, el tercer país más pobre del mundo según los datos del IDH (Índice de Desarrollo Humano), se convive a diario con múltiples tipos de pandemias además del coronavirus: la del terrorismo islamista que sigue azotando al país, la del hambre y la falta de agua potable y sistemas de saneamiento o la de la malaria y otras enfermedades. La ausencia de un sistema sanitario público y universal dotado de medios y la falta de de sistemas de protección social que garantice una renta mínima para la población son otras de las condiciones diarias a las que tiene que hacer frente el país.
Este cúmulo de circunstancias adversas quizás explique porqué África sigue dando lecciones de resiliencia a las denominadas sociedades desarrolladas. Por poner un ejemplo, en Burkina a partir de diciembre comienza el Almhatan (tormentas de polvo del desierto con grandes bajada de temperaturas durante la noche), que obligan a que la población haya tenido y tenga que utilizar mascarillas de tela desde hace mucho tiempo.
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La Diputación Provincial de Huelva, el Ayuntamiento de Cumbres Mayores y la Asociación Cumbreños con Burkina firmaron un convenio en diciembre pasado para la puesta en marcha de la segunda fase del proyecto ‘Desarrollo productivo de las mujeres asociadas al centro de formación en Boassa, Burkina Faso’. El socio local es la Congregación de las Misioneras de la Doctrina Cristiana a la que pertenece Loli Mendoza, natural de Cumbres Mayores.
Esta segunda fase del proyecto contemplaba distintas líneas de actuación durante los doce meses de ejecución: la construcción de tres aulas para educación, un comedor y WC , para garantizar el acceso a la educación de los menores de la zona, financiados por Manos Unidas; instalaciones de luz eléctrica y agua; adquisición de mobiliario y material educativo para las aulas; la garantía de la seguridad alimentaria de los 124 niños y niñas del centro; la formación ocupacional en talleres de costura para las mujeres de la asociación adscritas al centro de Boassa, asi como una línea de microcréditos para que puedan poner en marcha sus primeras empresas y que en un futuro sean sostenibles, buscando sus propios recursos para poder salir adelante.