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Cultura concluye la restauración de la cruz de carey que acompaña a la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Hermandad de la O de Sevilla

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La silueta inconfundible de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Hermandad de la O de Sevilla forma parte de las estampas clásicas de cada Viernes Santo en la capital andaluza. La imagen, tallada por el prestigioso escultor Pedro Roldán en 1685 en madera de cedro y de unos 1,85 centímetros de altura, va estrechamente unida durante la estación de penitencia a su cruz de perfil hexagonal, una obra excepcional del barroco sevillano. Con alma de madera de cedro y revestida de planchas de carey y perfiles de plata cincelada, la cruz del Nazareno de la O reafirma aún más la duzura de la imagen a la que acompaña.

Ahora, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) de la Consejería de Cultura y Patrimonio acaba de concluir la intervención de aquélla, tras un proceso que se ha prolongado durante cinco meses.

Con tres siglos de historia, la cruz fue ejecutada por Manuel José Domínguez entre 1725 y 1731, con diseño de Domingo Balbuena. Se trata de una pieza de grandes dimensiones (3,475 metros de altura por 2,40 de anchura y 13,2 de profundidad), recubierta de carey procedente de las Indias, donado por el hermano Julio Reinoso. La plata que la enriquece está repujada y cincelada con
motivos vegetales. Las actuaciones del IAPH, en las que ha prevalecido el criterio conservativo, se han dirigido a frenar el deterioro, recuperar la estabilidad y mejorar el aspecto estético de la pieza tanto en lo referente a su aspecto material como a sus valores intangibles.

En la cruz de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la O destaca el empleo de materiales de diversa naturaleza, tanto orgánicos (madera y carey) como inorgánicos (metal), por lo que se ha tenido en cuenta que cada uno presenta características diferentes en su comportamiento y en las posibles alteraciones que puedan surgir.

Entre las principales fases de la intervención en los elementos metálicos se encuentran el desmontaje, limpieza, corrección de deformaciones, reintegración mediante chapa lisa de plata, eliminación de puntas y clavos que puedan resultar perjudiciales para la conservación de la obra, reposición de elementos de anclaje perdidos y aplicación de una capa de protección que aísle el metal del medio. El taller de platería del IAPH ha considerado un «privilegio» la oportunidad de estudiar e intervenir en la pieza, especialmente interesante por el uso del carey como material constitutivo en combinación con otros como la plata y el nácar.

Pero no es solo el uso del carey lo que otorga un carácter especial a la cruz. En el reverso de las placas se aplicó un dorado con pan de oro que consigue otorgarle un efecto de especial viveza.

Un material valorado desde la antigüedad

Las actuaciones en las placas de carey han incluido la limpieza, fijación al soporte, unión de fragmentos y reintegración con material diferente al original, dado que, en la actualidad, la tortuga carey cuenta a nivel internacional con los niveles más altos de protección como especie amenanazada y en peligro de extinción frente a la explotación para comerciar con sus caparazones, su carne
y sus huevos. El carey es una materia córnea obtenida a partir del caparazón de la tortuga marina ‘Eretmochelys Imbricata’, conocida también con el propio nombre de carey, valorada desde la antigüedad como un material exótico y lujoso.

El carey alcanzó su máxima popularidad durante los siglos XVIII, XIX y XX dada su variada gama de tonalidades en el caparazón de la tortuga, amarilla con veteados de tono marrón, naranja y rojizo, su textura suave y pulida y su aspecto traslúcido. Ello propició que se empleara tradicionalmente para la realización de objetos decorativos y la ornamentación de muebles.

Sin embargo, el carey presenta algunas dificultades de conservación debido a las fluctuaciones de humedad relativa y temperatura, lo que le ocasiona diversos tipos de deterioro. Así, en las zonas de la cruz de la O que han perdido transparencia y laminaciones al separarse las capas de queratina, se ha actuado sobre las deformaciones y separaciones de las placas respecto al alma de madera. Entre otros riesgos, esto podría haber provocado enganches durante su uso.

En el proceso de restauración llevado a cabo en el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH) ha participado un equipo multidisciplinar de profesionales de la restauración, la historia del arte, las ciencias experimentales y el examen por imagen. A ello se ha sumado la colaboración de la Hermandad de la O, titular de este bien patrimonial, que ha intervenido en diversas reuniones
de seguimiento.

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