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Un estudio de la UMA apunta que la Covid-19 ha acelerado los cambios sociales

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La pandemia de Covid-19, que aún no hemos dejado del todo atrás, ha cogido a todos con el pie cambiado. Pero tal vez el colectivo que más ha sufrido y sufre sus consecuencias (con la salvedad de las personas mayores que han perdido la vida por el coronavirus) sea el de los jóvenes. Es una de las conclusiones del estudio ‘Jóvenes andaluces 2021’ elaborado, a iniciativa del Centro de Estudios Andaluces, por el Centro de Investigación Social Aplicada (CISA) de la Universidad de Málaga.

El director del estudio, el catedrático de Sociología de la UMA Luis Ayuso Sánchez, explica que los jóvenes andaluces que han vivido esta pandemia constituyen la generación más corta, en número, de jóvenes de la historia, lo que tiene sus implicaciones en un contexto de envejecimiento demográfico como el actual. «Al ser menos, van a tener más oportunidades que las generaciones anteriores, pero también van a tener que asumir mayores responsabilidades», señala Ayuso.

Ciertamente, la población de mayor edad es la que ha soportado un mayor número de fallecimientos a causa de la enfermedad. Pero a los jóvenes, la pandemia les ha pillado en un momento crucial de su desarrollo personal y profesional, truncando o alterando de forma considerable, al menos, sus expectativas vitales. «La pandemia y el confinamiento les llegaron en un momento crítico para su inserción laboral. Muchos no han podido hacer prácticas o no han podido, siquiera, buscar trabajo», al menos, en la forma tradicional de hacerlo, explica el profesor Luis Ayuso.

Algo similar también les ha ocurrido en el ámbito de las relaciones personales, pues el confinamiento y el resto de las limitaciones impuestas por la pandemia han afectado a sus proyectos de emancipación e incluso a sus relaciones de pareja.

Diferencias entre Andalucía y España

La pandemia ha afectado de una manera similar al conjunto del territorio de España. «Pero en Andalucía ha coincidido con unas diferencias estructurales importantes», apunta Luis Ayuso. Se puede decir que la comunidad, en cierta manera, se encontraba en una peor situación de partida, con unos niveles de fracaso escolar mayores que en otras zonas del país, y un paro juvenil que, pese a haber mejorado, sigue siendo mayor que en el resto de España.

Por otro lado, se puede afirmar que la pandemia de Covid-19 lo que ha hecho es «acelerar los cambios que ya se estaban produciendo», afirma el director del estudio. «Vivimos un momento crucial en el que está cambiando el modelo social«. De hecho, el propio estudio señala que «todas las generaciones se han enfrentado a cambios sociales vinculados con el momento histórico que les ha tocado vivir, pero los procesos de aceleración del cambio social y la transición hacia la sociedad de la información y el conocimiento hacen este momento especialmente trascendental para las nuevas generaciones».

Ayuso equipara la profundidad de los cambios sociales que se están produciendo en la actualidad a los de la generación que abandonó en masa el campo para irse a la ciudad. «Nosotros nos encaminamos hacia una sociedad digital en todos los ámbitos». Así, los jóvenes buscan trabajo o buscan pareja de forma online, por ejemplo. O trabajan conectados desde casa a través de un ordenador. «Es algo que iba a llegar antes o después, pero la pandemia lo ha adelantado».
Estos cambios, por sí, no son ni buenos ni malos. Son inevitables. La tecnología ha permitido a las familias estar en contacto con sus seres queridos a pesar de las limitaciones de movilidad. «Es verdad que las relaciones se han deshumanizado un poco. Pero los abuelos enfermos han podido ver a sus nietos», indica Ayuso, para quien «la nueva dinámica social genera nuevos escenarios y demanda nuevas herramientas«.

Según el estudio, realizado a partir de 1.522 encuestas a andaluces de entre 18 y 34 años, la crisis del Covid-19 ha tenido como consecuencia directa, entre otras, una mayor digitalización de la sociedad. Los jóvenes utilizan las nuevas tecnologías no sólo para buscar trabajo, también para iniciar relaciones de pareja (e incluso para acabarlas) o para participar en política, con campañas en plataformas de recogida online de firmas, por ejemplo.

Perspectivas de futuro

Por primera vez en la historia, los jóvenes andaluces creen que su vida va a ser, en general, peor que la de la generación que les precede. Tradicionalmente, siempre los jóvenes sentían que la suya iba a ser una vida mejor que las de sus padres, pero esa tendencia se ha roto. La crisis de 2008, apunta Luis Ayuso, ya marcó un cambio, al reducir la distancia entre los que pensaban que el futuro sería mejor que el presente de sus padres y los que no, pero el coronavirus ha terminado por invertir los términos.

El 45,1% de los jóvenes andaluces cree que su vida será peor que la de sus padres, frente al 13,2% que piensa que será similar y el 30,5% que opina que será mejor. Por sexo, son las mujeres las más pesimistas, pues, de éstas, el 52,9% cree que su vida será peor que la de sus padres (el 37,5% en el caso de los hombres), frente al 25,5% que piensa que será mejor (35,3% de los hombres).

Con respecto a la influencia que ha tenido la pandemia de Covid-19 en la vida de los jóvenes andaluces, el 50% opina que ha generado cambios negativos en su actividad física (frente al 21,7% que piensa que ésta ha mejorado), si bien el 61,6% no ha experimentado cambios en su salud, en general, e incluso el 15,2% considera que los cambios han sido positivos.

Por otro lado, respecto a las relaciones de los jóvenes con su entorno familiar, el 32,1% cree que ésta es mejor que antes de la pandemia frente al 15,2% que piensa que ha empeorado. Sin embargo, tanto en relación con el ocio (61%), como en lo que se refiere a las relaciones sociales y de amistad (42,6%) o en el ámbito laboral y de estudios (39,7%), la mayor parte piensa que la situación ha empeorado.

Paradoja de la satisfacción

Y, a pesar de ello, el 91,3% de los andaluces de entre 18 y 34 años pone una nota de 5 sobre 10 o más a su felicidad, y un 71,6% le pone un notable (55,2%) o incluso un sobresaliente (16,4%). Sólo un 8,7% no la considera suficiente para el aprobado.

Es lo que el profesor Manuel Pérez Yruela acuñó como «paradoja de la satisfacción», explica el director del estudio: cuando índices bajos de desarrollo económico se corresponden con índices altos de felicidad. «En la sociedad andaluza siguen siendo muy importantes las redes de apoyo familiares. No tenemos aún el problema de soledad que existe en otros puntos de España o en algunos países del norte de Europa», lo que facilita que en Andalucía exista una alta integración social, que permite sobrellevar mejor las dificultades económicas y de cualquier otro tipo, gracias al «colchón de las redes de apoyo».

La ruptura del ascensor social

El catedrático de Sociología y director del estudio ‘Jóvenes andaluces 2021’ considera que éste muestra la fotografía de «una gran oportunidad». «Los cambios tienen que producirse y sabemos dónde. Hay un tren que está pasando y no podemos dejarlo escapar. Es verdad que los jóvenes no votan de forma masiva y que no tienen una presencia política en bloque, pero es un colectivo clave, en un momento clave, por los cambios que se están produciendo, que no podemos desatender. Hay que poner todo el énfasis en esta generación, a la que a veces no se la escucha».

En este sentido, es urgente, afirma el sociólogo, revertir los altos índices estructurales de fracaso escolar y desempleo juvenil. «Pero no podemos acabar con el fracaso escolar aprobando a todos, pues nos estaríamos cargando el ascensor social«. A este respecto, explica que la discriminación que no se haga en el proceso educativo se va a hacer en la calle, por lo que se muestra a favor de valorar el esfuerzo «para que funcionen bien los procesos desigualitarios por méritos«, porque, de lo contrario, el proceso se va a producir en la calle, en cualquier caso, y no precisamente por los méritos de cada cual.

Está claro que existen desigualdades sociales de partida, indica el catedrático de Sociología de la UMA, que habrá que atender con políticas sociales. Pero no se puede camuflar el fracaso escolar (que es un problema social) con un alto índice de aprobados en el proceso educativo, si éste tiene que renunciar a unos niveles mínimos de calidad.

Hacer un «correcto diagnóstico de la realidad de los jóvenes andaluces, escucharlos y comprenderlos» es muy importante, según el director del estudio, para poder ofrecer oportunidades o generar los escenarios de oportunidad que permitan a la nueva generación «reducir la brecha de desarrollo que aún nos separa con las regiones mas avanzadas del país y de la media europea». Los jóvenes son los protagonistas del gran cambio que se está produciendo y por ello es clave prestarles la atención que necesitan. Por el bien de los jóvenes andaluces. Por el bien del futuro de Andalucía.

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