Cualquiera que pase en estos días por Almonte sabe que son días especiales. Días donde el nerviosismo de sus hijos, privilegiados de serlo también de la Reina de las Marismas, se hace patente. Nervios, pero, sobre todo, ilusión, de ver a la Blanca Paloma bajo los arcos de papel en una procesión que sucede cada siete años, pero que, en esta ocasión, hemos tenido que esperar hasta nueve.
Las calles por donde la Virgen pasará el domingo vestida de Reina es un continuo ir y venir de personas que quieren contemplar esta arquitectura efímera en la que los vecinos han echado muchas horas y mucha dedicación.
Pero para que estos arcos sean una realidad, han contado también con la ayuda especial de hermandades locales y otros vecinos.
Todo está a punto para que, este próximo domingo, Almonte viva uno de sus días más esperados, en una procesión, que todo hace asegurar que será histórica, sobre todo, por la cantidad de personas que se espera que asistan. Algo que, lógicamente, preocupa, pero que, por supuesto, no eclipsa las ganas y el anhelo de ver a la patrona de Almonte bajo el cielo preparado para Ella.