La localidad de Niebla se viste de fiesta en los primeros días de septiembre para celebrar sus fiestas patronales en honor de la Santísima Virgen del Pino, unos festejos que se viven intensamente desde la mañana hasta la madrugada. Al margen de la parte religiosa, desde el pasado martes y hasta el domingo, la milenaria ciudad se encuentra inmersa en la celebración de sus tradicionales capeas, cinco intensos días que transforma el pueblo en epicentro festivo de la comarca.
La expectación es máxima, y la afluencia de público, un reflejo del arraigo de esta tradición de nuestro Condado. El ambiente, cargado de emoción y expectación, refleja la profunda conexión que personas de todas las edades mantiene con este arraigado legado.
Como marca la tradición al llegar estas esperadas fechas, desde tempranas horas, los iliplenses se desplazan hasta las distintas ganaderías donde se embarcan las vaquillas para traerlas a la ciudad para el festejo de la tarde.
Las populares capeas de la histórica capital del Condado han adquirido en los últimos años tal expectación, que cientos de personas abarrotan cada tarde la Monumental del Condado de Niebla, dejándola día tras día sin aforo libre, lo que en términos taurinos sería “no hay billetes”.
Desde las primeras horas del día son todo preparativos para asistir a partir de las 12:00 horas al encierro de las vaquillas en las distintas ganaderías locales, Raboconejo, Los Pimentales o la aldea de La Peñuela, entre otros, son lugares hasta los cuales se desplazan centenares de iliplenses para vivir momentos únicos de las fiestas. Apartar el ganado bravo en los corrales, seleccionarlos y meterlos en el camión para su transporte hasta la población es un ritual arraigado que se adereza con comidas típicas y ricos caldos de nuestro Condado.