La Interprofesional de la Fresa de Huelva, en la que se dan la mano Asaja, Freshuelva y Faeca, ha impulsado la creación de una Indicación Geográfica Protegida (IGP) ‘Fresa de Huelva’, con el fin de identificar su lugar de producción, diferenciarlo de cara al consumidor, y obtener un producto con una imagen unificada y con una calidad máxima, pues se trata de un sello de garantía reconocido a nivel europeo.
El presidente de Asaja-Huelva, José Luis García-Palacios, ha puesto como ejemplo que todas las campañas de promoción que se pueden hacer desde el sector no pueden promocionar la fresa de Huelva en sí, sino la fresa de Europa, si se quiere contar con ayudas públicas para ello.
Entonces, explica García-Palacios, «la única forma de poder identificar un producto con su lugar de producción es a través de una Denominación de Origen, que el caso de la fresa no es posible; con una IGP, que sí puede ser, o con una Especialidad de Tradición Garantizada (ETG), que tampoco es posible, porque es un término mucho más específico».
Al respecto, el presidente de Asaja ha subrayado las diferencias existentes entre una Denominación de Origen y una IGP, y ha puesto como ejemplo que «los cochinos ibéricos se crían, crecen, se desarrollan y se sacrifican en Huelva», sin embargo «la planta de la fresa se produce en Segovia o en Ávila y nos la traemos, la plantamos, producimos y comercializamos», por lo que es más factible una IGP al «abarcar una zona mucho más amplia».
La constitución de la misma persigue, según ha remarcado García-Palacio, «una asociación, un organismo de adhesión voluntaria con unas reglas muy estrictas que sobretodo persigue la calidad y la unificación en la imagen del producto que se le da», a lo que añade que «lo bueno que tienen estos tres sellos de garantía es que están reconocidos a nivel europeo, de forma que un belga ve esta IGP y le supone un sello de calidad reconocido por Europa por encima de cualquier norma de calidad».
A su vez, regulará las variedades que va a plantar cada uno de los agricultores, de forma que no se produzca un 70 por ciento de una sola variedad; también qué condiciones de calidad tiene que tener esta fresa para salir con el sello de la IGP y la unificación en la presentación para su venta, unas características que se deciden para un año completo.
Del mismo modo, ha destacado que esta Indicación tiene un colegio de inspectores que «va finca por finca confirmando la variedad, las producciones, cuáles son los cultivos y comprobando total rigurosidad con el respecto medioambiental, de tal forma que al final todas estas cuestiones se exponen y lo tiene que aprobar Bruselas».
Por todo ello, ha insistido en que «esta IGP no es baladí, es una cosa muy seria, tardará unos años en salir y la hemos querido impulsar desde la Interprofesional para hacerlo extensivo al mayor número de agricultores posible, aunque no hace falta que esté el 100 por cien».
Lo importante, remarca García-Palacios, es «poder decir en Berlín ‘Fresa de Huelva’ porque en la actualidad no podemos decir ni fresa de Andalucía, sino de Europa. De hecho, ahora mismo la campaña del próximo año va dirigida a incentivar el consumo de fresas producidas en Europa, algo muy poco específico», sin embargo, asegura que «si tuviéramos la IGP podríamos incentivar y hacer publicidad de la fresa de Huelva, la mejor fresa del mundo, y tendríamos ayuda económica por parte de la Unión Europea».
El presidente de Asaja ha señalado a su vez que habían planteado impulsar una IGP de las Berries de Huelva, porque «Huelva es la primera productora de Europa», pero este proyecto lo dejarán para más adelante.