Los niños de La Palma fueron un año más nuncios y precursores de las tradicionales fiestas de la Cruz de Mayo que tanto identifican a La Palma. La Concejalía de Turismo y Festejos del Ayuntamiento promueve esta actividad que ya cuenta con una dilatada tradición, la cual influye de manera decisiva en la perpetuación de las fiestas cruceras que son parte fundamental de la identidad de los palmerinos como pueblo.
Los niños, como en todo lo que hacen, ofrecen esa especial visión de las cosas actuando a caballo entre la imitación de los adultos y la espontaneidad creativa que otorga el no estar sujetos a la costumbre. Así, durante esta celebración vemos pequeñas cruces que imitan casi a la perfección a las Cruces de Mayo de La Palma, la Cruz de la Calle Sevilla y la Cruz de la Calle Cabo, acompañadas de su correspondiente cortejo procesional.
Todos los pequeños iban ataviados de los trajes tradicionales de nuestro folclore. Cientos de miniaturas de flamencos y flamencas acompañaban los pequeños pasos procesionales.
El recorrido no desmereció en nada a los recorridos de las cruces mayores. Comenzó con una visita a nuestra patrona, la Virgen del Valle. Después, el alegre cortejo hizo una visita muy especial al Convento de las Hermanas de la Cruz cuyo gran patio, lleno del espectacular colorido que ofrecen las flores en esta época, fue el marco perfecto para el lucimiento de la procesión infantil.
La bulliciosa comitiva continuó en su recorrido con destino a la capilla de la Santa Cruz de la Calle Sevilla. Como no podía ser menos, luego tocó el turno de visitar a la Santa Cruz de la Calle Cabo en su capilla.
Finalmente las cruces infantiles se dirigieron al punto de partida en la Plaza España para concluir a las puertas del Ayuntamiento de La Palma en cuya entrada estaba expuesta como en años anteriores una Cruz de Mayo hecha de flores.
No obstante, la tarde aún deparó una sorpresa más ya que en el centro de la plaza se organizaron una tanda de bailes populares a cargo de las alumnas de la Escuela Municipal de Danza acompañadas por los tamborileros y se instalaron castillos hinchables para deleite de niños y niñas.