Más de 200 años avalan al Rocío Chico. Una fiesta que tiene sus orígenes en 1803. Fue en aquel año cuando el pueblo de Almonte pidió a la Virgen que los salvara del ataque de las tropas francesas. Los de Napoleón, finalmente, nunca volvieron al municipio. Desde entonces, los almonteños recuerdan aquel 19 de agosto con un voto de agradecimiento a su Patrona. Ese es el motivo de que la aldea vuelva a llenarse de fieles cada verano.
Dentro de esta celebración destacan tres momentos importantes. Por un lado, la imposición de medallas a los nuevos hermanos, que, con ilusión y compromiso, reciben tan esperado honor. Este año, un total de
Sin olvidar la celebración del Santo Rosario, que en la madrugada del 19 de agosto recorre gran parte de la aldea. Siempre encabezado por el simpecado de la Matriz. Y como culmen del Rocío Chico, la función principal de instituto. Esta mañana, el santuario rebosaba de fieles que no querían perderse esta celebración. Tampoco la procesión eucarística que le siguió.
Así, los almonteños ponen punto y final a los cultos organizados en torno al voto de acción de gracias a la Blanca Paloma.