El médico de urgencias Antonio García Serrano, de 62 años, estaba muerto en el inicio del verano de 2020. Volvió a nacer el 15 de julio, cuando se le implantó un ventrículo artificial en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Atrás quedaba la pesadilla de un corazón al que también acosó una seria infección pulmonar e incluso un positivo por Covid.
A esta tormenta perfecta sucedería una dura lucha de cuatro meses de Antonio y de los equipos de enfermería por recuperar las funcionalidades fisiológicas y sobre todo el ánimo de un paciente que, como tantos otros, tuvo que sufrir la privación de la compañía de su familia.
“Piensas que esto le ocurre a los demás, pero cuando te ves así, cuando le ves las orejas al lobo, es muy fuerte. Yo vi la manada de lobos entera encima de mí”. Cuando cuenta esto, Antonio no puede reprimir las lágrimas. Son de sufrimiento por tan duros y recientes recuerdos de un miedo que se agravó cuando, una vez sufrido el primer golpe en el corazón, dio positivo por Covid. “De repente empecé a tener los síntomas de tantos pacientes a los que había visto ingresar en urgencias… no creía lo que me estaba pasando”.
Este médico granadino no tiene más que palabras de elogio a sus compañeros de profesión, los que le han salvado la vida, tanto los del Hospital Vithas Granada donde inició el proceso, como los del Virgen de las Nieves que lo continuaron y llevaron a fin. Una de sus grandes referencias es el cardiólogo José Manuel Garrido Jiménez, jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular del Virgen de las Nieves. Garrido, como todos los profesionales del Servicio Andaluz de Salud, se vio ante un enorme dilema al principio de la pandemia: “Había que atender la avalancha de pacientes con coronavirus, pero no podía suponer un coste de oportunidad en el tratamiento de otras patologías serias”. Fue por esto por lo que este centro y el resto de hospitales andaluces idearon programas para adaptarse a las nuevas circunstancias.
En este sentido, la directora gerente del Virgen de las Nieves, María Ángeles García Rescalvo, señala una gran diferencia entre la primera ola del virus y las dos siguientes: “En la segunda y tercera olas hemos podido atender tanto a pacientes covid como al resto, todos según su grado de urgencia y prioridad.
Hemos operado a muchos pacientes aprovechando al máximo los tres edificios (el General, el Materno y Trauma); hemos conseguido sacar adelante gran parte de la lista de espera quirúrgica, sobre todo de tumores”.
El doctor Garrido Jiménez da una enorme importancia a la capacidad de adaptación de los equipos médicos y administrativos a la realidad del covid, pero también hace hincapié en un fenómeno que le parece fundamental. “El Covid ha supuesto un desafío al ánimo y positividad de los equipos. Programas como los que han salvado a Antonio sólo se pueden llevar a cabo con optimismo, evitando que las dificultades aparentes nos impidan avanzar”.
Esta actitud también la tiene Antonio, que continúa acompañando con lágrimas a su relato, las cuales se vuelven de alegría por la nueva vida que acaba de encontrar. “Ahora veo la vida con optimismo, con ganas de vivir. Cualquier insignificancia me parece algo impresionante. Tengo otra perspectiva de la vida, la veo con otra luz. Antes no veía nada, quizás estaba ciego, y ahora tengo otra visión de la vida. Creo que incluso soy mejor persona que antes, y antes era buena persona”.
La labor de equipos bien compenetrados refleja el recorrido de servicios que, como el cardiovascular del Virgen de las Nieves, llevan muchos años de trayectoria. “Recogemos el testigo de quienes nos antecedieron -dice el doctor Garrido-. Como dijo el filósofo Peter Drucker, gestión es hacer las cosas bien y liderazgo es hacer las cosas. En Andalucía hay muchos médicos y muchas
enfermeras que saben hacer y hacen las cosas, por eso en nuestra tierra hay tantos hospitales a la vanguardia en asistencia médica”.