Un total de 163 linces ibéricos han sido encontrados muertos en el área de Doñana en las últimas tres décadas, un periodo en el que el furtivismo y la caza, como principal causa de fallecimiento hasta finales de los 80, ha dejado paso al atropello, que ahora es el mayor riesgo para este felino.
Así se desprende del Informe sobre la mortalidad del lince ibérico en el área de Doñana (1982-2013) y de la Memoria de Actividades del Espacio Natural de 2014, a los que ha tenido acceso Efe, que cifran en 163 las muertes registradas en 32 años, las últimas 7 durante el pasado año.
Los informes apuntan a una cierta tendencia ascendente de la mortalidad, con picos en los años 1984 (9 ejemplares), 1995 (10), 2007 (11) y 2013 (10).
Esta tendencia al alza, según los expertos, hay que interpretarla con prudencia, pues son muchos los factores que dificultan la comparación de la tasa de mortalidad en el tiempo, como la dinámica poblacional o las variaciones del esfuerzo de seguimiento, especialmente de radioseguimiento, a lo largo de estos años.
Con respecto a la dinámica poblacional, se estima en 50 los ejemplares que conformaban la población de lince ibérico en Doñana en los años 80, número que fue disminuyendo hasta la treintena a comienzo de 2000, para, a partir de ahí, aumentar hasta alcanzar en 2013 su población máxima con 94 individuos, cifra que cayó a 80 en 2014.
Por otra parte, si hasta 2000 se observaba una escasez de indicios de lince en zonas exteriores al Parque Nacional, en la última década esta tendencia parece haberse invertido, y actualmente hay una importante población periférica a Doñana, un cambio que podría incrementar las probabilidades de muerte al estar sometidos estos territorios a un mayor número de amenazas.
Si se analiza la distribución por edades de los animales muertos, un 44 % eran adultos, alrededor de un 46 % subadultos, un 7 % cachorros y en un 3 % de los casos la edad no aparece descrita en los archivos. Por el sexo, hay en torno a 47 % de machos muertos, 40 % de hembras y el resto indeterminado.
Sobre las causas de las muertes, el informe recoge que en un 20 % de los casos no pudieron ser determinadas y de las conocidas la más frecuente es el atropello, con alrededor del 42 % de los episodios, seguido del furtivismo con 16 %, las enfermedades 13 %, causas naturales 5 % y el 4 % serían incidentes tales como ahogamiento en pozos o capturas accidentales.
Hasta los años ochenta el furtivismo y la caza, antes de la protección legal de la especie, eran las principales causas de mortalidad del lince ibérico.
A partir de entonces, el aumento en la velocidad y número de vehículos unido al asfaltado de diversas vías de comunicación y a la mayor dispersión de la población de linces de Doñana hicieron que esta causa fuera en aumento hasta convertirse en la causa principal de mortalidad con las carreteras A-483, A-481 y A-494 como puntos negros más importantes.
Los informes resaltan que a pesar de esa a la tendencia a la baja en muertes por furtivismo, el uso de métodos prohibidos y la actividad furtiva siguen siendo frecuentes en las zonas linceras, como ponen de manifiesto los hallazgos regulares de lazos, cepos, fauna tiroteada y vísceras de animales.
A modo de conclusiones, los expertos recomiendan el control poblacional y sanitario como pieza clave para prevenir el contagio del lince de enfermedades debidas a antropización del medio y a la acción humana e incluir en el diseño y mejora de infraestructuras de transporte lineales las actuaciones oportunas para mejorar la conectividad y favorecer la desfragmentación del hábitat para afrontar el problema de los atropellos.
En esta última línea, aconsejan además evaluar las medidas de permeabilización tanto para el lince ibérico como para el conjunto de la fauna silvestre.