El equipo de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Infanta Elena ha incorporado plenamente la aplicación de la sedación con gases halogenados como práctica habitual en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) como alternativa a los sedantes más tradicionales. Un avance significativo que pone en valor el interés de los profesionales por avanzar y humanizar la asistencia al paciente crítico.
Esta técnica, utilizada con determinado tipo de fármacos, mejora notablemente el control de la sedación y la analgesia, y se ha demostrado eficaz para reducir el riesgo de deterioro cognitivo y cuadros confusionales en el paciente, asociados a la sedación profunda prolongada.
La iniciativa de implementar y estandarizar esta alternativa surgió directamente de la dura experiencia vivida con los pacientes ingresados en la UCI durante la pandemia por COVID-19. Muchos de ellos requirieron una sedación profunda y continua, lo que puso de manifiesto los efectos secundarios asociados al uso prolongado de sedantes tradicionales.
El uso de altas dosis de estos fármacos puede contribuir a la aparición de parasomnias (sueños o alucinaciones terroríficas), mayor riesgo de delirio y una desconexión más marcada a nivel cerebral, problemas que forman parte del Síndrome Post-Cuidados Intensivos (PICS) y que comprometen la recuperación a largo plazo de los supervivientes.
El objetivo de los profesionales se centró en minimizar estas secuelas mediante una sedación que permitiera una recuperación de la conciencia más rápida y predecible. Los gases halogenados ofrecen esta ventaja al no acumularse en el organismo y poder ser eliminados rápidamente a través de la respiración. Esto es crucial para disminuir tanto el tiempo que el paciente permanece conectado a la ventilación mecánica, como su estancia total en la UCI.
Esta técnica facilita además la realización de las llamadas “ventanas de sedación”, periodos breves en los que se suspende el fármaco para que el equipo pueda evaluar el estado neurológico del paciente. Este control minuto a minuto es esencial para mantener al paciente en el nivel de sedación más superficial y seguro posible, además de que permite una monitorización y ajuste de la dosis constante, ofreciendo una sedación a medida, que optimiza la analgesia y la sedación al mismo tiempo.
La incorporación de los gases halogenados es una medida de humanización en la UCI que facilita que el paciente pueda interactuar antes con su familia y su entorno, ya que la recuperación es más rápida y el estado mental más lúcido. La dedicación y formación especializada del equipo de la UCI ha sido indispensable para implementar esta técnica de manera segura. Este proyecto se enmarca en el programa de humanización que está desarrollando el Hospital a nivel general.
Además de los avances farmacológicos, el Hospital Infanta Elena ha recurrido en alguna ocasión a medidas de apoyo específicas para pacientes con secuelas psicológicas tras la sedación. Entre ellas, se llevó a cabo en un caso la organización de un recorrido por la UCI, una vez dado el alta, con el fin de ayudar al paciente a diferenciar la realidad física de las alucinaciones y recuerdos confusos generados durante el ingreso.
Este tipo de acción terapéutica, aunque poco frecuente, resulta de gran utilidad para cerrar el ciclo de la experiencia traumática y favorecer la recuperación psicológica.
La consolidación de la sedación inhalada marca un hito en el cuidado del paciente crítico, avanzando hacia una asistencia en la UCI con más calidad y que prioriza la recuperación del paciente post-alta.