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El obispo centra en la familia su discurso navideño y se une «al sufrimiento de las afectadas por el paro»

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El obispo de Huelva, José Vilaplana, ha dado lectura este martes a su mensaje de Navidad, el cual ha centrado en la importancia de la familia y ha dejado claro que se une «al sufrimiento de las que están angustiadas por el paro y las necesidades materiales y de las que están afectadas por la enfermedad».

«Rezo por las que viven situaciones de tensión, desavenencia o ruptura, por las que están fuera de su patria o tienen dispersos a sus miembros, por los que están solos», ha proseguido el obispo.

«Mi pensamiento se dirige también, más allá de nuestras fronteras, a todas las familias que padecen los horrores del hambre, de la guerra y la persecución, así como las que han sucumbido en el mar buscando una vida mejor», ha continuado Vilaplana.

En este sentido, tras recordar que «la Sagrada Familia de Nazaret es contemplada por todos nosotros en estos días de Navidad como modelo de toda familia», ha recordado que estas fiestas navideñas tienen «un sentido familiar muy arraigado». «Todos deseamos unirnos a nuestros seres queridos para celebrar juntos la Navidad», ha agregado.

«Como dice el Papa Francisco, la familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros y donde los padres transmiten la fe a sus hijos», ha dicho.

Por ello, ha expresado su deseo de que «Jesús esté presente en todas nuestras familias. Él es el centro de nuestra fiesta. Él está en medio de nosotros para ofrecernos su paz, porque nos enseña a comprendernos, a perdonarnos, a crecer en confianza y en fidelidad a los planes de Dios para cada uno de nosotros».

«Si Jesús es acogido en nuestras familias siempre estará ardiente el calor del amor, porque Él nos impulsa a amar dando la vida, atentos siempre a la necesidad del otro, a tratarnos con ternura y misericordia», ha sostenido, agregando que «si Él habita en nuestros hogares no faltará la alegría, incluso en las lágrimas, porque nos sentiremos acompañados por su presencia que conforta y consuela, que hace brillar la luz en medio de nuestras noches. Con Él todos podemos crecer en santidad y renovar el mundo».

En esta misma línea, ha deseado que «esta presencia de Jesús esté en medio de nuestras familias, para que juntos crezcamos en la confianza en Dios y en el seguimiento del que es nuestro Camino, pienso en todas las situaciones diferentes que viven tantas familias».

Del mismo modo, el obispo ha señalado que comparte también la acción de gracias por los que «están reunidos y contentos celebrando la Navidad: abuelos, padres e hijos, pequeños y mayores» al objeto de que «este ambiente cálido y entrañable sea un momento propicio para transmitir la fe en Jesús nuestro Salvador, renovar la esperanza en el Mesías deseado por los pueblos y consolidar el amor que el Señor nos ha mostrado».

«Una de mis mayores ilusiones pastorales es que los padres e hijos podáis crecer juntos en la vida cristiana. Un crecimiento que respete los ritmos y procesos de cada uno, sin caer en la ansiedad que no tolera fácilmente lo que significa alguna contradicción, un aparente fracaso, una crítica, una cruz», ha remarcado, antes de terminar su discurso dando su bendición para que «el Hijo de Dios, hecho hombre, llene de paz, amor y alegría a todas las familias de la tierra».

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