El pasado 17 de diciembre, en la Delegación de la Junta de Andalucía en Madrid, tuvo lugar la presentación del libro El Príncipe de las Coquinas (Cuentos de la marisma de Doñana), a cargo del autor Max Arel Rafael, arropado por el director del sello editorial Mascarón de Proa (Almuzara Libros), Javier Barbero, y un numeroso público asistente.
El Príncipe de las Coquinas, una obra narrativa situada en las marismas de Doñana, aborda la experiencia de un hombre demasiado longevo que vive sus últimos días, de transición a otra realidad, en una conversación consigo mismo, sus fantasmas y sus sueños. Entre una lucidez tozuda y el anuncio de un posible delirio, propiciado más bien por los efectos de la inanición que él mismo se provoca, se rodea de voces que no existen, pero que le acompañan, entre ellas las de unos niños que le demandan sus cuentos de viejo, «sus historias de muertos».
— ¿Y por qué no come el viejo? —preguntó el técnico.
— No quiere. Se puso en huelga de hambre.
— ¿Comer? ¿Y por qué tendría que comer? ¡Si no tenía apetito!
En palabras de Max Arel Rafael (Madrid, 1962) pretende ser «una reflexión sobre lo que somos, una lanza a favor de la consciencia y contra la enajenación y sobre todo un tributo personal a un legado valioso, Doñana, su paisaje y sus gentes». El autor madrileño es hijo de padres oriundos de Pilas, una localidad sevillana muy vinculada a Doñana y veraneante habitual en Matalascañas (Huelva). Se reconoce «deudor de aquel territorio no solo físico sino de emociones, al que está anclado desde casi el momento de nacer». Considera «un privilegio el haber sido inquilino en aquellas desaparecidas chozas de juncos que se instalaban junto al mar».
Con un modo de inmersión libre, busca raíces en el relato tradicional y antiguo, donde los cuentos incluidos, los sub-relatos, tienen su propio peso. Pero en su caso, a través de veinte capítulos, «ayudan a construir una historia que se extiende en el subsuelo, como el agua en la marisma», y que siempre aflora en el hoy individual de un anciano, en el punto de vista de un presente personal, de un ser todavía vivo y real, del siglo XXI, y que como última misión de su vida parece imponerse a sí mismo el ejercicio, que nadie le ha solicitado, de dejar constancia en el aire de sus pensamientos, como una prueba, para él la más firme, de existir todavía o de haber existido. El libro incluye once dibujos realizados por la artista norteamericana Alison Scott MacMillan, con la intención de reforzar su atmósfera poética, el carácter de diálogo entre un adulto y unos niños, aunque sean ficticios. Y, sobre todo, de hacer partícipe al lector de un universo en el que caben a partes iguales la reflexión intensa, la belleza y la ternura. Pero no estamos ante un libro de cuentos infantiles.
Max Arel Rafael debutó literariamente en 2018, con el libro La maldición de los hombres Malboro, publicado por la editorial gaditana Edalya, cuyos textos sobre la masculinidad, desgarrados a la par que irónicos, sirvieron al multi-premiado espectáculo de danza-teatro homónimo liderado por la bailarina y coreógrafa Isabel Vázquez, presentado en el Festival Internacional de Danza de Itálica. El espectáculo, actualmente con cuatro años completos de gira exitosa por toda España, tiene a la vista representarnos en la Exposición Universal de Dubai en marzo de 2022.
El Príncipe de las Coquinas es uno de los primeros lanzamientos de la nueva etapa del sello Mascarón de Proa, dirigida por Javier Barbero, dentro Almuzara Libros, marca cordobesa liderada por el ex-Ministro de Trabajo Manuel Pimentel.
En el acto de presentación, que contó con la lectura dramatizada de capítulos a cargo de los actores José Luis Sáiz y María José Jiménez Monroy, los asistentes pudieron escuchar una pieza musical inspirada en El Príncipe de las Coquinas, de la mano del compositor y pianista aragonés, Mariano Ferrández, quién en Bruselas, donde ejerce desde hace tres décadas como profesor, trabaja actualmente en la idea de llevar el alma de su protagonista en concierto. Según él músico expresa: «Siento un gran placer al ponerle música a un libro tan bello».