El Rocío vive estos días una de sus citas más especiales. Como cada verano, desde hace más de dos siglos, los almonteños se congregan en el Santuario para renovar un voto de acción de gracias que se conoce como Rocío Chico. Un emotivo acto que conmemora la intervención de la Virgen del Rocío, librando a la población de Almonte de una muerte segura a manos de las tropas napoleónicas en 1810.
En el contexto de la Guerra de la Independencia, las tropas francesas invadieron la península con el objetivo de instalar a José Bonaparte en el trono de España. En junio de 1808, las autoridades de Almonte fueron alertadas sobre la inminente invasión de Andalucía. Ante esta amenaza, los almonteños se encomendaros a su Virgen, trasladándola hasta la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción en enero de 1809.
En abril de 1810, el pueblo se vio ocupado por la milicia cívica bajo el mando del Coronel Manteau y el capitán Pierre D’Ossaux. La opresión era intensa, pero el 17 de agosto de 1810, un grupo de patriotas tomó la iniciativa y se enfrentó a los soldados franceses. El capitán D’Ossaux fue abatido, y en el conflicto murieron varios soldados, mientras que otros fueron capturados.
La noticia de este enfrentamiento llegó rápidamente al Mariscal Soult, quien ordenó un devastador ataque sobre Almonte con 800 soldados. En un acto de desesperación y fe, los almonteños se encomendaron a la Virgen del Rocío, rogando por su intercesión.
Milagrosamente, las tropas francesas se retiraron antes de llegar a Almonte, al recibir informes de un supuesto refuerzo español. Este hecho, considerado un milagro por los almonteños, salvó al pueblo de una segura destrucción. La poderosa intercesión de la Virgen del Rocío fue reconocida y celebrada por todos los habitantes.
Tras la marcha de las tropas en 1812, el 16 de agosto de 1813, las autoridades civiles, eclesiásticas y la Hermandad Matriz de Almonte decidieron formalizar un voto de gratitud a la Virgen del Rocío. Desde entonces, acordaron “pasar en la madrugada del día 19 de agosto de este año de 1813 y de todos los venideros en la ermita de Nuestra Madre y Señora, a cantar una solemne Misa en acción de gracias”, agradeciendo a la Virgen su protección, por haber salvado al pueblo de las represalias francesas.