Las palabras de José Miguel Velázquez intentaron poner voz a los sentimientos que provoca en los devotos la Santa Cruz. Tarea difícil para este joven palmerino que es también hermano mayor de la Hermandad del Santo Entierro de la localidad. Su exaltación, por tanto, se llenó de sentimientos cruceros pero también cofrades, profundizando en dos aspectos diferentes pero también complementarios de esta devoción cristiana.
El acto comenzó a las diez de la noche con la celebración de la liturgia de la palabra para después comenzar con la exaltación. A su término, se dio paso a la veneración a la Cruz: cientos de piomperos tuvieron la oportunidad de besar a su titular y sentirla cerca antes de que fuera subida a su paso procesional.
El momento llegó al filo de la medianoche y constituye uno de los más íntimos y emotivos de las fiestas. Los asistentes hicieron un gran silencio y una vez la Cruz lució en su paso procesional, el recogimiento dio paso a una explosión de sonidos en el que los vivas a la cruz se mezclaron con el tañir de las campañas de la ermita.