La Demarcación de Andalucía, Ceuta y Melilla del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos entiende que el desastre vivido por el paso de la DANA nos da varias pautas de aprendizaje a tomar en consideración: La necesidad de mejorar la prevención y la gestión de la catástrofe para adelantarnos y minimizar los riesgos, hacer respetar las directrices recogidas en el Plan de Gestión del Riesgo de Inundaciones, principalmente en la ocupación de zonas inundables; y de elevar las inversiones en infraestructuras que reduzcan el impacto de fenómenos climáticos, entre ellas dando soluciones alternativas y preventivas en las zonas donde los desarrollos de urbanizaciones hayan ocupado el flujo preferente de los ríos y ramblas.
Andalucía debe lamentar su primera víctima mortal en Málaga, así como de una joven de Puente Genil entre los fallecidos en Valencia a causa de la DANA, y queremos hacer llegar nuestras condolencias a sus familiares y allegados. Deseamos, asimismo, expresar nuestra solidaridad y apoyo a todas las personas afectadas por este desastre natural que ha causado innumerables pérdidas materiales. Pese a las trágicas situaciones de muchas familias, debemos reconocer que las infraestructuras en la Comunidad han funcionado bien, han mitigado de manera significativa los efectos de las elevadas precipitaciones recogidas en los últimos días en su paso por Andalucía y, en muchos casos, evitado desastres mayores.
Este evento ha subrayado, entre otras consideraciones, la importancia crucial de las infraestructuras hidráulicas en servicio. El nivel previo de sequía de la cuenca ha sido, en este caso, positivo, porque ha ofrecido capacidad suficiente para retener el agua sin realizar ningún desembalse y se ha almacenado toda la lluvia caída aguas arribas, sin incrementar los caudales de los ríos que llegan de la cuenca no regulada con las presas. Los problemas detectados, como nos han informado desde la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, han sido en la cuenca no regulada del Guadiana Menor, como la rambla de Guadix, y en arroyos no regulados en las provincias de Sevilla y Huelva, que han visto aumentar significativamente su caudal. En la zona del Guadalhorce ha habido problemas en las áreas inundables ocupadas, fundamentalmente. Asimismo, el nivel de precipitaciones extraordinario recogido tanto en Málaga como en Cádiz supone episodios puntuales, pero deben analizarse para mejorar la respuesta pública. Habría que estudiar con objetividad las causas de las graves consecuencias de estas lluvias en cada zona, pero sin olvidar que nos hemos enfrentado a un episodio excepcional, que ha sido considerado la peor Dana del siglo en España.
Desde la Demarcación de Andalucía, Ceuta y Melilla del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos instamos a todas las administraciones y a los agentes sociales a trabajar juntos y aunar esfuerzos para llevar adelante los proyectos necesarios. Solo con un compromiso conjunto podremos mejorar la resiliencia de nuestra región frente a eventos climáticos extremos y salvaguardar tanto a la población como el entorno. Reiteramos nuestro compromiso de aportar nuestro conocimiento técnico y nuestra experiencia para hacer posible este objetivo común.
Debemos explicar que todas las infraestructuras bajo las competencias de los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se planifican y proyectan con unos coeficientes de seguridad, aprobados por normas de obligado cumplimiento. Estos coeficientes existen para dimensionar o definir las infraestructuras en función de posibles riesgos. En el caso del agua se conoce como el ‘periodo de retorno de avenida de 500 años’, un valor con el que se calculan las infraestructuras que puedan estar sometidas a grandes masas de agua en función de la experiencia del último medio siglo.
Construir infraestructuras por encima de estos coeficientes de seguridad nos llevaría a tener actuaciones insostenibles en espacio e inversión. Es importante recordar que el riesgo cero no existe ante fenómenos meteorológicos de esta naturaleza, pero como Ingenieros aspiramos a reducirlo mejorando los sistemas de alerta temprana, la transmisión del conocimiento a la sociedad que vive en zonas inundables, el apoyo a la toma de decisiones y mediante la ejecución de infraestructuras que son necesarias para la mitigación del riesgo. La realización de planes de gestión del riesgo de inundación que busquen su reducción es un imperativo de la Directiva Marco Europea de 2007 sobre esta cuestión. La información y la predicción hidrológica en tiempo real mediante modelos adecuados y sistemas automáticos, y también los mapas de riesgo a los que la ciudadanía tiene acceso, desempeñan un papel clave en minimizar el impacto de estos eventos. En este sentido, la información y la educación permiten a la población y a los responsables de seguridad tomar decisiones más fundamentadas y rápidas en momentos críticos.
No obstante, este tipo de fenómenos nos recuerda la necesidad de dar un paso más para reducir eficazmente el riesgo y el impacto de futuras inundaciones. Las soluciones técnicas necesarias para ello ya están proyectadas y respaldadas por estudios exhaustivos; sin embargo, su realización depende de acuerdos y voluntad política, así como de la financiación adecuada para convertirlos en realidad. En los presupuestos de las administraciones se debería reflejar una partida permanente extraordinaria para conservación y limpieza de cauces y terrenos anexos a las zonas inundables, sobre todo en las áreas cercanas a las poblaciones. Un tema importante es que esta conservación, mantenimiento y limpieza de zonas de riesgo están bajo el control o gestión de diversas administraciones, hasta cinco en algunos puntos, por lo que el trabajo común y la coordinación para costear estas actuaciones y ponerlas en marcha debe ser un tema que preocupe.
“A los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos se nos inculca que debemos dar la mejor solución posible a los problemas planteados con los recursos que disponemos”. “Disponemos de conocimientos técnicos para paliar los efectos devastadores de la naturaleza, necesitamos destinar los recursos necesarios para alcanzar este objetivo. Y no nos quedemos en el tantas veces oído, ‘en obra civil, ya está todo hecho’ o ‘esa solución es muy cara’. Ha quedado en evidencia que no es así, no está todo hecho y las soluciones no son caras o baratas, son rentables o no”. Porque ¿cuánto nos va a costar ahora rehacernos de esta situación? Atrevámonos a compararlo con el coste de ejecutar los proyectos, que ya están planificados, y que ayudarían a paliarla”.