El pasado viernes, un duende se paseó por las tablas del Salvador Távora. Con su guitarra voladora, Peneque El Valiente, acercó a los allí presentes a un universo mágico resultante de la fusión entre el cante, el baile y el toque. Una aproximación al flamenco y sus raíces sólo apto para los más pequeños de la casa.
Esta historia hace disfrutar a todos y su labor divulgativa es enorme. Y es que Peneque interactúa con el público constantemente, algo que mantiene atentos a los niños y que les despierta las ganas y el gusto por el flamenco. Es más, el objetivo principal de esta representación es dar a conocer este arte, Patrimonio de la Humanidad. Una meta que consigue con creces pues los niños salen de los teatros pidiendo aprender a baila, tocar la guitarra o cantar.
El flamenco es universal y con iniciativas como estas lo seguirá siendo siempre.