Datos geológicos e históricos recabados en el tramo costero situado entre Mazagón y Matalascañas dan indicio de un continuo retroceso de la línea de costa a lo largo de estos últimos miles de años, con valores que oscilan entre los 0,4 y los 0,8 metros al año de media. Esta es una de las principales conclusiones del trabajo de investigación que Cepsa y el profesor de la UHU, responsable del proyecto, Antonio Ramírez Rodríguez, han llevado a cabo en la costa oriental de Huelva y que tenían como objetivo el estudio de la dinámica erosiva-sedimentaria de este tramo. De esta forma, se ha analizado la evolución geodinámica a largo, medio y corto plazo, recurriendo a datos geológicos, históricos y actuales.
Estos procesos erosivos, detectados, están, según la investigación, en clara relación con las fluctuaciones climáticas, que controlan a su vez a la dinámica marina, dando lugar a un paulatino ascenso del nivel del mar y a un recrudecimiento de los temporales invernales. Las consecuencias del cambio climático global traerán, por tanto, una mayor erosión, con consecuencias para las zonas costeras más turísticas.
Por otra parte, las actuaciones llevadas a cabo por la mano del hombre en las últimas décadas han modificado sustancialmente la dinámica en la zona de estudio. Los aportes arenosos traídos del oeste por la corriente de deriva fueron cortados a partir de la construcción del espigón Juan Carlos I, destruyendo el delta de flujo y reflujo mareal que se situaba en la desembocadura de la ría del Tinto-Odiel. Esto originó un importante déficit de arena hacia levante, provocando inestabilidad en el sistema costero. Hoy día las playas del tramo Mazagón-Matalascañas se nutren básicamente de la propia erosión del acantilado. Estas se organizan en forma de lóbulos que migran hacia levante, gracias a la corriente de deriva litoral, con alternancia de zonas erosivas y progradantes.
En general, el sistema costero es fuertemente erosivo, con playas adosadas al acantilado que se mantiene más o menos estable en el tiempo, pero sujetas a la migración hacia el este de los lóbulos erosivo-sedimentarios. Esto provoca episodios de erosión extrema que se alternan en el tiempo con intervalos menos erosivos.
Todas estas conclusiones sirven para “tener en cuenta que hay determinados procesos naturales contra los que es imposible luchar. En las actuales condiciones el acantilado costero en cuestión continuará su retroceso, y por tanto estamos obligados a adaptarnos a su dinámica. En cuanto a las playas de mayor importancia turística, los procesos erosivos invernales se podrían paliar con aportes de arena periódicos.”
Este estudio forma parte del cuerpo general de investigación que Cepsa lleva a cabo con universidades andaluzas, entre ellas la Onubense. En 2014, cuatro son las investigaciones que la Compañía está desarrollando o finalizando con la Universidad de Huelva. El profesor Pedro Pérez dirige Procedimiento para la oxidación catalítica de benceno a fenol; José Manuel Bravo lleva a cabo un estudio, con profesionales de Cepsa en Huelva, sobre la evolución de técnicas novedosas para la implantación de controles inferenciales; Pilar Toscano, desde hace tres años, profundiza en la evolución del efecto de la Arteterapia en personas mayores afectadas por demencia senil, Alzheimer o depresión; y Juan Pedro Bolívar coordina la aplicación de tecnología ultrasónicas para la mejora del rendimiento de la planta de efluentes líquidos de la Refinería ‘La Rábida’.