Todo comenzó hace siete años. Así comenzaba Rocío Pérez, su narración de los hechos a nuestro medio. Según nos cuenta, Tras su separación del rocianero Diego Rivera, ella marchaba con el pequeño de ambos a Cáceres. Según lo establecía el acuerdo judicial, el padre podía ver al niño cada fin de semana. Por ello, afirma la almonteña, estuvo trayéndolo personalmente a Rociana durante el primer año junto a su padre. Todo cambió, asegura Pérez, cuando esta pide a su ex marido que sea él quien se persone en Cáceres, para disfrutar del menor. Este se niega y, según cuenta Rocío, comienza la batalla. Maltrato y amenazas provocan una orden de alejamiento hacia ella y al menor durante cuatro años.
En declaraciones a Condavisión, Rocío Pérez cuenta que pasados los cuatro años y levantada la Orden de Alejamiento, Diego Rivera volvía a disponer del mismo permiso de visitas. Sin embargo, este pide, en los juzgados, una modificación de la sentencia por la que la Juez le concede que vea al pequeño de 14 años una vez cada quince días y que sea el niño el que se desplace en autobús desde Navalmoral de la Mata hasta Rociana. Algo que el propio pequeño se niega a realizar, según cuenta su madre.
A todo ello, cuenta la almonteña, se le suma que Diego Rivera pidió la reducción de la pensión al menor de 200 a 150 euros, un pago que, ni aún así, asegura Rocío, realiza en su totalidad. Con sentencias judiciales en sus manos y sin querer mostrar su rostro, esta mujer nos daba su particular versión de los hechos. Ahora ella sólo quiere cerrar el asunto porque, dice, “por encima de todo está la seguridad de su pequeño”.