Algunos indicadores apuntan que el ciclo económico se agota. Así lo ven observadores que lamentan que la negativa del Gobierno de Pedro Sánchez a reconocerlo, igual que hizo el antecesor Zapatero, solo serviría para no adoptar posibles soluciones.
En el entorno del inquilino, estos días, del Palacio de Marismillas, se habla de moderación y se asegura que el crecimiento sigue siendo robusto.
Sin embargo, los datos, tal y como recogen diarios como El Mundo, muestran una ralentización que ha devuelto la economía a los primeros años de la recuperación o, incluso, a ejercicios en los que España se encontraba en plena recesión.
Un ejemplo, la evolución del propio Producto Interior Bruto (PIB), con un crecimiento del 0,5% en el segundo trimestre del año con una alarmante caída de la demanda interna.
Dicha cifra supuso un frenazo de dos décimas respecto al trimestre anterior, superior al 0,6% que estimaba el Banco de España y, más importante, el menor avance desde 2014.
Los últimos datos del paro o la situación del ‘ladrillo’ también evidencian una notable desaceleración.