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El 24 de junio de 2017 se declaró en el paraje de Las Peñuelas de Moguer uno de los incendios forestales que más daño hizo a la provincia de Huelva en los últimos años, el que cercó a Doñana. En la extinción del mismo, participaron más de 500 personas, entre personal del Infoca, de la UME y del Consorcio de Bomberos.
El fuego, que supuso un coste de casi dos millones de euros, se dio por controlado 72 horas después de que comenzara y por extinguido tras diez días. El 4 de julio a las 13.30 horas, el Plan Infoca lo dio por extinguido tras diez días de trabajos retirándose todos los efectivos que se encontraban en la zona desde que se diera por controlado el día 27 de junio.
El fuego comenzó hacia las nueve de la noche y apenas bastaron diez minutos, el tiempo que tardó en llegar a la zona el primer retén del Infoca, para darse cuenta de que era un incendio importante y difícil. En el momento la velocidad sostenida del viento era de 30 y 40 kilómetros por hora y a partir de las 22 horas se registraron rachas de hasta 90 kilómetros por hora, según los datos de la Estación Meteorológica de El Arenosillo y la temperatura máxima era de 40 grados.
El perímetro del incendio ascendió a 10.900 hectáreas, dentro del cual hay 2.414 hectáreas de superficie forestal intacta y otras en las que solo ardió matorral. 4.450 hectáreas corresponden a Moguer, 3.054 hectáreas a la localidad de Almonte y 982 hectáreas a Lucena del Puerto. De esas más de 10.000 hectáreas, 6.761 están en el parque natural de Doñana.
Zonas de gran valor ecológico, y también casas de Mazagón o el camping Doñana sufrieron daños materiales que estimaron de entre seis y diez millones de euros. En el caso de camping, supuso su cierre hasta este año para poder restaurarlo. Además, más de 2.000 personas tuvieron que ser desalojadas de núcleos poblacionales, cámpines, establecimientos hoteleros y poblados agrícolas, e incluso catorce linces del centro de cría de El Acebuche.
El fuego afectó a unas 70 especies de aves, a la mayor parte de los 38 mamíferos característicos de esta zona y a unas 40 especies de plantas amenazadas o de interés y también ocasionó diversos daños en el Arenosillo, concretamente en la valla perimetral, los medios de vigilancia, las conducciones de electricidad y destruyó varios vehículos, mientras que los edificios apenas presentaron desperfectos significativos.
El incendio, que dejó a su paso un paisaje desolador que se vio acrecentado además por el entorno afectado, generó una oleada de solidaridad sin precedentes contándose por miles las personas que de manera voluntaria se ofrecieron para, en la medida de sus posibilidades, contribuir a la restauración de la zona.
Un año después, los ecologistas han constatado una alta regeneración natural de especies adaptadas al fuego como palmitos, brezos o romeros.
