A las doce del mediodía, los estudiantes, profesores y trabajadores de la Escuela de Artes y Oficios León Ortega se concentraban a las puertas de la Escuela de Artes y Oficios León Ortega, en un minuto de silencio que se vio acompañado además por velas que denotaban el sentimiento de dolor y la luz que ya brilla en el cielo. En la cara de los alumnos se notaba el pesar por la muerte de una mujer que cumplía los sueños que hoy ellos persiguen.
María José, a su misma edad, cumple en esta escuela su primer destino al igual que Laura. Sus ojos se llenan de lágrimas al comprender que sus mismos destinos quedan truncados por un asesino. La rabia y el dolor de una escuela que clama porque nunca más el silencio sea un grito por la justicia y la libertad.