Un informe pericial, que ha sido presentado en el Juzgado de Instrucción número 1 de La Palma del Condado, encargado del doble crimen de Almonte, en el que asesinaron a una niña de ocho años y a su padre en abril de 2013, ha asegurado que las huellas de pisadas, estampadas en sangre en la escena del crimen (la casa donde vivía el fallecido) son producidas por una persona que contaba con un pie más pequeño que el tamaño de zapatillas analizadas, que calzan un 44 ó 45 de número.
Cabe recordar que en uno de los tres registros realizados por la Policía Judicial en el domicilio del acusado se hallaron unas zapatillas del 44,5 y de la misma marca. Sin embargo, precisa este informe que el tacón de esta deportiva no coincidía con el talón del usuario, es decir, se hallaba desplazada hacia la puntera del calzado, por lo que también estaba retirada su centro de gravedad. Así, al iniciar el paso no se hacía con el tacón.
En el informe encargado por la acusación el perito, Juan José Hellín Moro, señala que las huellas de pie calzada halladas son del tipo ‘atípica’, según se aprecian en las imágenes, por estampación o sustracción, que asientan sobre la solería de la vivienda, careciendo estas impresiones de tacón en sus diferentes posiciones de asentamientos, tanto al andar, como a pie parado e incluso arrastrando andando hacia atrás con una carga de unos 85 kilos de la víctima varón.
Del mismo modo, indica que la sangre empleada en éste caso «como tinta de impresión es una fiel reproductora del molde o cuño que se ha empleado, es decir, las suelas de las zapatillas».
Hellín Moro insiste en que en la anatomía del pie en posición de andar existen unas fases de apoyos que son: tracción, sostén e impulsión, sin embargo asegura que en este caso no se cumple la tracción, es decir, apoyo del tacón, ya que aparecen parcialmente el sostén, pues solamente queda impresa la suela y muy marcada la puntera de las zapatillas por la impulsión.
El perito asegura que tras el crimen, existió «arrastre» por el pasillo de la habitación del fallecido, a lo que añade que el presunto autor, al tirar de él, «debió emplear los tacones de sus zapatillas y estos no han quedado evidentes en la solería».
Por último, precisa que en el presente caso y como, considera, ya ha quedado suficientemente acreditado, «la lucha entre el atacante y la víctima debió ser muy feroz», por lo que, sin duda, «el agresor utilizó toda la planta del pie, no sólo para andar, sino para guardar el equilibrio precisamente en esos momentos de la pelea», sin embargo no aparece marcada la parte del tacón de la zapatilla.
Además, se da la circunstancia que el único imputado en la causa y, según constan en el procedimiento, calza una talla más pequeña a las huellas de la zapatilla que se refiere.